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Te doy la bienvenida a la Escuela del Alma

Queridas mariposas:

Todos, absolutamente todos, buscamos el amor. Vale, normalmente lo buscamos donde no debemos, es decir: fuera de nosotras. Ya sabemos que aquello que no nos damos a nosotras mismas no vamos a poder recibirlo de fuera. Sí, pero hoy quiero hablar de uno de esos amores externos, el de pareja. Y lo voy a hacer bajo el sustento de la sabiduría de algunas frases de Bert Hellinger.

Lo primero que debemos de reconocer es cómo estamos en relación a nuestros padres ya que, tan solo estando en paz con ellos podemos ser felices. Si no es así, proyectaremos estas carencias emocionales en el otro y buscaremos un papá o una mamá en vez de un igual. Decía Bert: «Solo cuando se logra el amor hacia los padres, sobre todo hacia la madre, se logran todas las demás relaciones. Cuando interrumpes el movimiento natural de amor hacia la madre…interrumpes el movimiento a la vida y con ello cierras las puertas a la pareja«. Así que, ya sabéis, toca hacer un trabajo con nuestras mamás y buscarnos parejas que estén en paz con las suyas ( y nosotras con las nuestras)

Por otro lado, es necesario darse cuenta de que hay que dar por igual en ambos casos. Si uno da más que el otro hay un desequilibrio que va a llevar, antes o después, al desgaste de la relación. Dar de más es una amenaza para la supervivencia del amor. Por un lado, porque nadie sabe amar incondicionalmente con lo que, quien da siempre espera un retorno. Por otro, el que recibe, se acostumbra a no dar porque ya recibe sin esfuerzo. Decía Bert: «Eso de Amar sin esperar nada a cambio es bonito en los cuentos de hadas. Pero en la vida real, un amor maduro exige un delicado equilibrio entre dar y recibir, porque todo aquello que no es mutuo, resulta ser tóxico». Así que ya sabéis, toca buscarse una pareja consciente, implicada y generosa en fondo y forma. Y nosotras ser lo mismo.

En las relaciones de pareja se deben establecer los límites claros para no caer en abusos. Han de instaurarse por ambas partes, en comunión y equilibrio total. «Hay un límite en lo que se da y lo que se pide al otro». Así que ya sabéis, nada de egoístas, ni narcisistas, ni bipolares de libro. Por nuestra parte, lo mismo.

El amor real supone aceptación y respeto, por ambas partes. Vuelvo a recalcar: ambas partes. Decía Bert: «El amor espiritual significa que estoy abierto con benevolencia hacia todo tal y como es«. Así que, a la mínima que detectemos que no hay consideración, que quieren cambiarnos según sus gustos y pareceres, que le dan la vuelta a la tortilla para quedar siempre por encima, mejor dejarlo. Por supuesto, después toca analizarnos para ver por qué hemos atraído algo tóxico a nuestra vida.

Dicho todo esto, amémonos nosotras mismas, busquemos a un igual que esté dispuesto a abrirse en canal al amor, desde el respeto, la honestidad y la compasión. Un igual que nos acompañe de la mano por el camino, al lado, ni más adelantado y más atrasado. Alguien que comprenda que «la relación de pareja es de amor», no de compañeros de piso, ni de fraternidad, ni de colegas.

Y sobre todo recuerda: si el amor aprieta, es porque necesitas otra talla. Merecemos a alguien que beba los vientos por nosotras. Por supuesto, la otra parte, igual. Os deseo un buen amor.

Gracias por estar ahí.

Seguimos aleteando mariposas.

Os mando amor.

Cris

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