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Te doy la bienvenida a la Escuela del Alma

Queridas mariposas:

Hay días en los que sale el sol, ya pronto, por la mañana. Y hay días en los que una nube gris te acompaña desde el amanecer. Y todo está bien. El tema es que nos ha educado en la exigencia (y, por ende, en la culpa, si no ocurre) de tener que estar al 100%. Pero estar «mal» también es estar al 100% porque es lo que estamos transitando, en ese momento, para la evolución del plan del alma.

Se puede estar triste y estar bien. Se puede tener rabia y estar bien. Se puede estar mal y estar bien. Esto que os digo es algo muy sutil. Pero cuando se entiende, es liberador. Os invito a reflexionar sobre ello y, si os apetece, me contáis vuestra opinión al respecto.

Recibo a diario muchos mensajes vuestros de auxilio, ahogadas, perdidas, con ganas de mandarlo todo al traste. Os comprendo, no sabéis cómo. Yo misma, sabiendo todo lo que sé, tengo instantes de perder mi centro. Y de eso se trata, mariposas, de tener procesos oscuros en la tierra para regresar repletas de luz al cielo. Tan solo buceando en el barro podemos encontrar pepitas de oro. Tan solo puliendo el diamante podemos hacerlo brillar.

Me decís muchas veces que doy paz y que se me ve muy elevada. No sabéis el trabajo que hay detrás de mi personaje, todo lo que tengo que hacer, a diario, para mantenerme en equilibrio. A tenor de estas palabras hice un directo en mi Instagram que si os resuena podéis ver aquí: https://www.instagram.com/tv/CiAp8i2OwLY/?utm_source=ig_web_copy_link

Hemos venido a este plano a atravesar las circunstancias precisas para evolucionar. ¿Que duelen? sí, ¿A veces demasiado?, sí. Pero nosotras las hemos elegido: primero, antes de venir y después, atrayendo a nuestra vida lo que está en resonancia con nuestra energía presente. El alma sabe lo que hace, ella no sufre, quien lo hace es el ego.

Al final, se trata siempre de lo mismo, de entrenar la mente para que se deje de fantasías y bucles dañinos y piense con positivismo y verdad. Esto es momento a momento, mariposas. A veces se consigue, otras se aprende. Cada vez que nuestra cabecita nos lleva a sufrir, la clave es distraerla: respirar, ponerse música (a mi la africana me devuelve a mi esencia), gritar, salir a caminar, abraza un árbol… Y si vemos que no podemos con ese peso solas, llamar a alguien que tenga la suficiente compasión en su corazón para que desde el amor nos escuche (las horas que haga falta y sin emitir juicios) y nos abrace (fuerte y sentido). Escucha y abrazo. Eso es todo.

Y al final del día, dedicarnos a nosotras misma unas palabras de consuelo y darnos, a solas, otro abrazo por haber superado una prueba más. Vivir es un acto de gran valentía.

Eres única, increíble y absolutamente bella. Te felicito por tu arrojo y fortaleza.

Seguimos aleteando, mariposas.

Os mando todo mi amor.

Cris

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