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Te doy la bienvenida a la Escuela del Alma

Queridas Mariposas:

¿Alguna vez habéis perdido a alguien o algo importante? ¿Habéis sentido en algún momento dolor? ¿Podéis describir cómo es? Más aún… ¿Sabéis, realmente, si lo que habéis experimentado es dolor?

La Real Academia de la Lengua define al dolor como: Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior.

Hasta aquí, más o menos, queda claro, pero quiero hablaros de un concepto que me hizo cambiar el punto de vista acerca del significado que le estaba dando al dolor. Y es que, solemos asociarlo al daño, pero hay matices, porque nos es lo mismo que el dolor entre a que salga.

Cuando el dolor entra se llama daño. Cuando el dolor sale se llama duelo. Y ¿qué ocurre con nuestra psicología?, que no sabemos distinguir cuando el dolor está entrando o saliendo. Y es algo muy diferente. Os pongo una metáfora que creo puede ser más visual: no es lo mismo deber un millón de euros que recibir un millón de euros. El millón de euros es el mismo, pero lo que generan ambas situaciones no.

El duelo es una condición emocional que se da cuando vivimos una pérdida de alguien o de algo significativo para nuestras vidas. Puede ser el fallecimiento de un ser querido, quedarse sin trabajo, separarse de una pareja. dejar una amistad o incluso perder un objeto con el que teníamos un vínculo. Cada persona lo vive con una intensidad diferente.

ETAPAS DEL DUELO

Elisabeth Kübler Ross, pionera de la Tanatología, fue la primera en mencionar que en el proceso de duelo se pasa por cinco etapas. (No necesariamente se transita por todas, ni en este orden),

  1. Negación. La primera reacción es levantar todos nuestros mecanismos de defensa para postergar o paliar el impacto de lo ocurrido. No queremos creerlo.
  2. Negociación con la realidad. Es otro mecanismo de defensa para tratar de evitar lo que nos supera. Empezamos a hacer pactos con nosotros, con Dios, con la vida…. tratando de alejarnos de lo que ha sucedido. Seguimos sin aceptar lo que acontece.
  3. Depresión. Cuando la negación se termina y vemos que la negociación no funciona, llegan los sentimientos de angustia y los pensamientos en bucle.
  4. Rabia. De la tristeza pasamos a rebelarnos contra lo que sucede. Empezamos a hacernos preguntas y aparece la ira contra la vida, contra la injusticia, contra Dios…
  5. Aceptación. Llega cuando hemos podido tener un proceso de comprensión que nos ayuda a eliminar los pensamientos negativos, la cólera y el malestar. Llega así un estado de mayor paz.

Si vemos nuestro cuerpo como si fuese un estanque donde el agua es pura pero, poco a poco, se va depositando suciedad en el fondo, comprenderemos la importancia de ir a la profundidad, de vez en cuando, para sanearlo. Eso es lo que hace el duelo, ayudarnos a limpiar dentro de nosotros, a liberar el dolor, a transformarnos y madurar para que apreciemos más la vida, disfrutemos de lo que tenemos, desarrollemos más sensibilidad y solidaridad con el dolor de los demás y, además, tengamos más esperanza.

Gracias por estar ahí.

Os mando aleteos de amor.

Cris

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